Los gremios constituyen una de las formas de organización social más antiguas, presentes casi desde época antigua de la historia de la humanidad. En Guatemala, tuvieron bastante relevancia durante la época colonial hasta su abolición en las Cortes de Cádiz. Con la consolidación de la enseñanza universitaria y la profesionalización de los oficios, surgieron las figuras de las asociaciones y colegios profesionales.

En nuestra historia republicana, sin lugar a duda, el colegio profesional con mayor participación en la vida nacional ha sido el Colegio de Abogados y Notarios. Estrada Cabrera cerró el colegio por considerarlo contrario a sus intereses políticos, luego resurgió por medio de la figura de una Asociación de Abogados hasta que en 1947 se emitió la Ley de Colegiación Profesional Obligatoria y se consolidó como una entidad de mucha relevancia por su impacto en las asambleas constituyentes y discusiones de primer orden sobre reformas legales en el país.

Los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente de 1985 concibieron una estructura corporativista en la que previeron la participación de entes como asociaciones empresariales, colegios profesionales y universidades en decisiones de mucha relevancia para la institucionalidad del país. Representantes participan en procesos de comisiones de postulación, eligen directamente altos funcionarios o integran órganos que toman decisiones de primer orden.

Decía Lord Acton que el poder corrompe y nuestra Constitución vigente concedió una enorme cuota de poder político al CANG y a sus agremiados; razón por la cual a lo largo de muchos años distintos actores se han disputado su control por intereses que van más allá del bienestar gremial y el sano involucramiento en la vida del país. Toda esta dinámica se acompaña por una creciente apatía de los agremiados que responde a varios factores como la casi nula supervisión de la calidad de la enseñanza en las facultades de Derecho y el desprestigio creciente del gremio en su conjunto.

Hace algunas semanas, junto a algunos colegas tomamos la decisión de dar el paso al frente para poner nuestra experiencia y conocimientos al servicio del colegio y sus agremiados. No me atrevo a decir que en tan solo 2 años se puede recuperar el prestigio del Colegio de Abogados y Notarios, lo que sí puedo afirmar es que nuestra misión es mejorar la actual situación del gremio que se encuentra en franco deterioro, al igual que nuestro sistema de justicia y la cada vez más raquítica institucionalidad del país.

Hace unas semanas, la asamblea del colegio concurrió a una elección extraordinaria en la que participaron alrededor de 7,000 agremiados, una cantidad que representa un porcentaje bajo respecto del total de colegiados (aproximadamente 41,000). Este martes 9 de febrero se elegirá a las nuevas autoridades del colegio, algunos de ellos tendrán que cumplir con obligaciones constitucionales de importancia mayor y todos cumplirán un papel en el futuro del gremio. Es momento de participar, votar y procurar una dirección para nuestro gremio que esté a la altura de lo que Guatemala demanda en estos momentos de crisis institucional. Vamos a votar.

Este artículo fue publicado originalmente el 8 de febrero de 2021 en el Diario La Hora. La foto que ilustra la entrada fue tomada del Diario República GT.